Arrugarme entre tus caderas,
como la sangre que resbala,
entre mis ásperos dedos.
Agarrarme al viento,
como si mañana,
la suerte venga para triunfar,
entre ruinas de colores,
de piedras y aceros.
En la hambre del calendario,
de tu amor que dejaste,
para pisotearlo,
al pasar,
y llorar,
y reír,
y otra vez al pasar,
escuchar tu ganas de follarme,
si saber que ayer estaba,
y hoy me fui sin molestar.
Me perderé en la profundidad,
de tus dos orejas,
bajo aquellas caderas,
después de tanto caminar,
y pensar,
que me tiemblan los huevos,
que no era la mentira,
ni la mierda de la verdad,
que el aire viene al galope,
sin parar.
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